Es curioso como una palabra puede cambiar tu vida en un
instante.
Aquel “Hola” de David removió el mundo de Belén como nunca
nada antes lo había hecho.
Se conocieron el primer día de instituto, ambos fueron la
primera persona que se cruzó el otro. Ese día comenzaban una nueva etapa y, con
el temor propio e cualquier comienzo, sintieron que podían confiar el uno en el
otro.
Y no se equivocaron, David y Belén fueron, el uno para el
otro, el primer amigo que hicieron en el centro. Se contaban sus planes,
alegrías, sufrimientos e, incluso, amoríos. Eran un hombro sobre el que llorar
y la mejor compañía posible en los momentos de alegría, pero toda etapa tiene
su fin. El ciclo debe continuar y ellos emprenderían nuevos caminos. Debían seguir
madurando, adquiriendo experiencias que les convirtieran en los adultos que son
hoy, y esos caminos divergían sin remedio.
Durante años vivieron sin saber el uno del otro, al comienzo
de su distanciamiento se cruzaron un par de veces por la calle, pero se
limitaron a hacerse un leve movimiento de cabeza, ya no compartían su tiempo.
Hasta que un día se encontraron en una cafetería. Belén iba
con sus compañeros de trabajo y, casualidades de la vida, David era a migo de
ellos desde sus años universitarios.
Cuando sus miradas se cruzaron una sonrisa se dibujo en sus
caras y de la boda de David se desprendió un eufórico “Hola” acompañado de dos
besos para Belén. En ese justo momento el mundo se paró para ambos y, aún hoy,
sigue parado.
El momento que describes es indescriptible, es un amor a primera vista. Hasta que se vive no se podría explicar como se siente uno en ese momento.
ResponderEliminarBesos, buen fin de semana
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Seguiré leyendo las demás entradas, escribes bien.
ResponderEliminarTienes nivel, enganchas. Enhorabuena.
¡UN SALUDO!
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